Siguiendo
con el tema de la semana, acá una reseña tomada de la Redacción
de BBC Mundo, del 23 marzo 2015.
LEE
KUAN YEW, fue un político con una visión
estratégica y un pragmatismo implacable: transformó a un país que era una
pequeña isla con pocos recursos naturales, a un modelo de éxito económico y
prosperidad. Lee Kuan Yew, que falleció a los 91 años, fue durante más de
30 años primer ministro de Singapur.
Logró
canalizar con éxito las energías de los singapurenses y creó lo que a menudo se
ha descrito como un auténtico milagro económico, una mezcla de capitalismo
privado e intervención del Estado.
Lee
forjó un Singapur próspero, moderno, eficiente y prácticamente libre de la
lacra de la corrupción, lo que hizo que los inversores extranjeros acudieran al
país. Sin embargo, mientras era admirado por sus éxitos económicos, muchos
expresaron preocupación por su historial de derechos humanos.
"Harry Lee"
Lee
Yuan Yew nació el 16 de septiembre de 1923, hijo de una tercera generación de
inmigrantes chinos que se asentaron en Singapur. Educado con una fuerte
influencia británica, su abuelo lo llamó Harry Lee, como en realidad se
referían a él durante su infancia. Lee fue a una escuela inglesa en Singapur,
pero sus estudios superiores se vieron interrumpidos por la ocupación japonesa
de 1942. Unos años después se dirigió a Inglaterra, donde cursó estudios de
derecho.
Cuando
regresó al país, Lee se había convertido en un socialista comprometido y un
flamante abogado sindicalista. Fue entonces cuando comenzó su carrera política.
Reformas económicas
En
1954 fundó el Partido de Acción Popular (PAP) del que fue su primer secretario
general.
Ocuparía
ese cargo la mayor parte de las siguientes cuatro décadas.
Al
frente del Gobierno, Lee condujo a Singapur hacia la independencia, poniendo
fin al dominio británico, y, tras una breve federación con Malasia (rota en
1965), el país se convirtió en un Estado autónomo.
Lee
diseñó un amplio programa de reformas para sacar a Singapur del "pozo
negro de la miseria y la degradación" -como él lo describió- a un Estado
industrializado y moderno.
Industria,
comercio, finanzas… Fue reinventando el país en esas tres décadas, sentando las
bases de una nación que actualmente está entre las mejores en educación,
sanidad y competitividad económica.
Lee
puso coto a la corrupción, que era un mal endémico en la antigua colonia, y se
embarcó en un programa de vivienda de bajo coste y grandes programas de empleo.
También
trabajó para limar las asperezas entre los diversos grupos étnicos de la isla y
crear una identidad de Singapur única, basada en el multiculturalismo.
Para
resumir su gestión económica basta decir que entre 1960 y 1980 el PIB per
cápita de Singapur aumentó 15 veces su valor.
Líderes
de todo el mundo lo han elogiado en las últimas horas.
El
presidente estadounidense, Barack Obama, lo describió como un "verdadero
gigante de la Historia que será recordado por varias generaciones como el padre
del Singapur moderno y como uno de los grandes estrategas de los asuntos
asiáticos".
El
primer ministro británico, David Cameron, consideró que Lee "transformó a
Singapur en una de las grandes historias de éxito del mundo moderno".
Y
el primer ministro australiano, Tony Abbott, se refirió a "uno de los
líderes más significativos de nuestro tiempo".
Control y derechos humanos
Pero
al mismo tiempo que creció su gestión económica, las sombras del autoritarismo
se cernían sobre su gobierno.
Lee
mantuvo un férreo control político sobre cada aspecto del Estado, convirtiendo
al país en uno de los más regulados del mundo.
Detuvo
algunos de sus críticos sin llevarlos a juicio, restringió las informaciones de
los medios de comunicación y detuvo a periodistas.
Lee
sostenía que en un país en desarrollo algunas libertades tenían que ser
sacrificadas y que el concepto occidental de la democracia liberal no podía
aplicarse.
Así,
los castigos corporales se convirtieron en una parte fundamental del sistema
judicial durante su mandato. Más de 40 delitos están penados con este tipo de
castigos.
Del
mismo modo, intervenía en gran medida en la vida de sus habitantes.
Estableció
medidas de planificación familiar, que penalizaban fiscalmente a aquellos que
tenían más de dos hijos.
Singapur
decía a sus ciudadanos cómo ser corteses, cómo ser menos ruidoso, cuándo debían
limpiar el lavabo, y prohibió a sus habitantes hacer grafitis o mascar chicle.
Lee
dejó el cargo en 1990, después de ganar nada menos que siete elecciones.
Transformó
Singapur y en ese camino se convirtió en el primer ministro que más tiempo ha
liderado un país en todo el mundo.
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