Por: Carlos Parodi.
Con frecuencia leemos que el Perú tiene las
tasas de crecimiento económico más altas de América Latina. ¿Qué significa el
crecimiento y de qué manera está vinculado con el bienestar de la población? El
crecimiento económico significa producir más y se suele medir a partir de la
tasa de variación porcentual con respecto del año previo; por ejemplo, en 2013
se estima un crecimiento de 5%, lo que quiere decir que se produjo 5% más que
el año 2012.
El crecimiento se mide por el aumento en el
Producto Bruto Interno (PBI) (1); el PBI es el valor de mercado de todos
los bienes y servicios finales producidos en una economía durante un período de
tiempo;(2) entonces, cuando el PBI aumenta
significa que se produce más. Sin embargo, el aumento en el PBI es solo un
medio y no un fin en sí mismo. El fin de cualquier estrategia es el desarrollo,
es decir, el aumento en la calidad de vida de los habitantes de un país. Crecer
es producir más, desarrollar es mejorar la calidad de vida.
Veamos el detalle. El PBI no es un
indicador de bienestar por una serie de razones, aunque sí puede estar
conectado con el bienestar. Por ejemplo, en la medida que el PBI mide cuánto se
produce, incluye la producción de cosas negativas (males) para el ser humano y
para el medio ambiente; por ejemplo, producir más drogas o productos hechos por
industrias contaminantes; ambos aumentan el PBI, pues se produce más. En
términos más simples, el PBI mide cuánto se produce, no cómo se produce ni qué
efectos tiene, ni tampoco quién ni cómo lo produce. De ahí que el crecimiento
económico sea solo un medio, pero no un objetivo último de un país.
¿Cómo se conectan el crecimiento con el
aumento en la calidad de vida? En general a través de dos canales. En primer
lugar, si se produce más, podría pensarse que siempreaumenta el empleo. Se
sigue que más empleo lleva a mayor ingreso y por ende a mayor demanda por
bienes y servicios que elevan el bienestar; pero, ¿es así? No necesariamente;
por un lado, el avance tecnológico está originando que la mayor producción se
logre con un uso más intensivo de máquinas y tecnología, pero no de personas;
la consecuencia es que aumenta el PBI, pero no el empleo. Por otro lado, si los
niveles de educación y salud son de baja calidad, no todas las personas son
"empleables". Quieren trabajar, pero no tienen las competencias
educativas ni el estado de salud para acceder al empleo, es decir, no están
preparadas para tomar los empleos. De ahí que las reformas en los sectores de
educación y salud sean fundamentales para tener un capital humano que
pueda sostener el crecimiento futuro.
En segundo lugar, como el crecimiento
significa producir más, entonces lleva a un aumento de la recaudación
tributaria y por ende de la capacidad de gasto del gobierno. ¿Qué ocurre si el
gobierno no sabe cómo gastar los recursos que le "entrega" el
crecimiento económico? ¿Y el sector informal que no paga impuestos? La
consecuencia es que los aumentos en el PBI no se reflejan en el bienestar.
Las dos razones descritas explican por qué
hay muchas economías con excelentes resultados económicos, pero pobres
resultados sociales.
Además, el aumento en el PBI está
acompañado de un aumento en la población. Por ello se suele usar el PBI por
habitante como un indicador alternativo, que mide cuántos bienes y/o servicios
podría comprar una persona en un año si los ingresos se dividieran en
partes iguales. El uso del PBI por habitante tampoco es un indicador de
bienestar pues no es verdad que el ingreso de un país se divida en partes
iguales. La distribución del ingreso importa. Cuánto más desigual sean los
ingresos en una economía, menor impacto del crecimiento económico sobre el
bienestar. Y América Latina es la región más desigual del mundo, incluso que
África.
El mensaje es el siguiente: El PBI es un
indicador del avance productivo de un país, pero no uno de bienestar; para
medir este último se necesitan otros indicadores, la tasa de pobreza (medida
por diversos métodos), la tasa de mortalidad infantil, la proporción de hogares
con acceso a agua potable y desagüe, la desigualdad de ingresos, el acceso a
una educación de calidad, etc. El tema está en que los resultados
económicos no son iguales a los sociales. Los primeros son una condición
necesaria, pero no suficiente para lograr los segundos.
De ahí que en la búsqueda de indicadores
que unan lo económico con lo social, entidades como el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde 1990 publica el índice de Desarrollo
Humano (IDH), que está compuesto por la esperanza de vida al nacer (3), la alfabetización de los adultos
mayores de 25 años, el acceso a los tres niveles de educación y el ingreso
promedio de un habitante del país, es decir, salud, conocimientos e ingresos.
En el Informe correspondiente al año 2013, Perú ubica el puesto 77 de 186
países, mientras que los cinco primeros son Noruega, Australia, Estados Unidos,
Países Bajos (Holanda) y Alemania. China, que entre los años 2001 y 2008 creció
a una tasa promedio de 10.7% promedio anual, se ubica en el puesto 101. El crecimiento
espectacular de China no se ha reflejado, como podría pensarse, en un
desarrollo humano alto.
(1) También se
mide a partir del PBI por habitante.
(2) Para fines
del presente post no hago la distinción entre PBI nominal y real; entiéndase
que hago referencia al PBI real.
(3) La esperanza
de vida al nacer mide el número de años que un recién nacido viviría si las
condiciones de salud prevalecientes en el momento de su nacimiento
permanecieran durante toda su vida.
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