Por:
Eduardo Herrera Velarde
La respuesta es sí. El caso Volkswagen -desde luego salvando las
proporciones- puede repetirse en Perú. De hecho, es muy probable que ello esté
aconteciendo constantemente (y quizá sin que los puestos de dirección lo sepan
con claridad).
¿Cómo
podría ocurrir un evento semejante? Pues muy sencillo: para evidenciarlo
recapitulemos brevemente qué sucedió en ese tan afamado caso que- en mi
posición- es icónico en lo que a desastres corporativos se refiere.
El
mito que encierra, en general, a los casos calificados como escándalos
corporativos con tintes penales es que se trata de empresas disfrazadas; es
decir, una fachada que funciona como empresa y en realidad es una organización
criminal. Falso. En el caso en análisis lo que sucedió es que, primero, había
una política comercial de venta agresiva, como sucede en todas las empresas del
mundo. Esta política se traducía en la idea –necesidad- de vender lo más
que se pueda. Hasta la fecha no he conocido una empresa que haga lo contrario.
La
distorsión radicó en que esa política comercial agresiva no implica
necesariamente usar la frase “vender como sea”, pues ello equivale a dejar
firmado un cheque en blanco y con fondos. A los “comerciales” de Volkswagen no
se les ocurrió mejor cosa que hacer una pequeña trampita en los vehículos que
vendían (la instalación de los famosos softwares), y el resto, ya es historia.
El resultado como se sabe, fue efectivamente desastroso.
Ahora
bien ¿en cuántas empresas peruanas este tipo de situaciones se pueden repetir e
incluso diariamente? El ya famoso “ve tú como haces, pero arréglalo” puede
equivaler a colocarse las esposas al funcionario ejecutor que, queriendo hacer
lo mejor para la empresa en términos comerciales, termina endosando ese cheque
en blanco al Gerente para que este sea invitado a la “fiestita” de la
investigación penal.
Pongamos
dos ejemplos que me ha tocado ver en la realidad. Una empresa con alta
exposición a accidentes laborales y un Gerente que no controla. El riesgo para
el ejecutivo es palpable, pero no por “solidaridad” que en el Derecho Penal no
existe, sino porque Gerente no hizo nada.
Otro
ejemplo. Una empresa que requiere obtener una licencia de funcionamiento y al
encargado de hacerlo no se le ocurre mejor idea que un “engrase” de la pesada
máquina pública. Mismo escenario. Entonces no hace falta sea una banda ni
organización criminal para estar íntimamente ligado a líos penales. La
exposición es más común de lo que se cree.
Seguramente
pasará algún tiempo para que una empresa peruana tenga las características de
Volkswagen (aunque espero que este tiempo sea mínimo). Sin embargo, el mismo
patrón de comportamiento (política comercial agresiva, pasividad gerencial,
riesgo penal inminente) puede, nuevamente, ser más común de lo que creemos.
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